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Cómo cambiar el mundo: la fábula del colibrí

Antes de empezar un nuevo curso, siempre conviene detenerse para reflexionar sobre nuestro papel como docentes. En unos días la rutina probablemente no nos deje pensar con tanta claridad. Los profesores tenemos por delante enormes desafíos, muchos de ellos globales. Y la fábula del colibrí siempre me parece inspiradora y alentadora.

Cuenta la leyenda que un día hubo un incendio enorme en el bosque. Todos los animales huían despavoridos, pues era un fuego terrible. De pronto, el jaguar vio pasar sobre su cabeza al colibrí en dirección contraria, es decir, hacia el fuego. Le extrañó sobremanera, pero no quiso detenerse. Al instante, lo vio pasar de nuevo, esta vez en su misma dirección. Pudo observar este ir y venir repetidas veces, hasta que decidió preguntar al pajarito, pues le parecía un comportamiento muy estrafalario:
—¿Qué haces colibrí?, le preguntó.
Voy al lago —respondió él—, tomo agua con el pico y la echo al fuego para apagar el incendio.
El jaguar sonrió.
—¿Estás loco? —le dijo—. ¿Crees que vas a conseguir apagarlo con tu pequeño pico tú solo?.
—No —respondió el colibrí—. Yo sé que solo no puedo. Pero ese bosque es mi hogar. Me alimenta, me da cobijo a mí a mi familia, y le estoy agradecido por eso. Y yo lo ayudo a crecer polinizando sus flores. Yo soy parte de él y él es parte de mí. Yo sé que solo no puedo apagarlo, pero tengo que hacer mi parte.

En ese momento, los espíritus del bosque que escuchaban al colibrí, se sintieron conmovidos por la pequeña ave y su devoción hacia el bosque. Y milagrosamente enviaron un fuerte chaparrón, que terminó el incendio.

Herbert José “Betinho” de Souza

Ser profesor no es solo dar clase, también es «apagar fuegos». Unos son pequeños, forman parte de la rutina en nuestra escuela y cuesta menos controlarlos. Solos o en equipo, a corto plazo logramos apagarlos.

Otros incendios son retos mucho más ambiciosos y para extinguirlos hay que confiar en que, en otro lugar del mundo, hay otros docentes apagando el mismo incendio. Son desafíos a medio o largo plazo, a nivel global y toda la comunidad educativa es parte esencial del cambio.

Decía Nelson Mandela que «la educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo». Creo que la frase es más que conocida. No sé si lograremos cambiar el mundo, pero lo importante es no darse por vencido sabiendo que estamos haciendo nuestra parte del trabajo.

Algo de colibrí tenemos los docentes.

Vídeo | La analogía entre el colibrí y el maestro
Imagen | Colibrí

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